OSCAR Y LA MUERTE LUNFARDA el enigma del sobre cuento corto
— ¿Keashé loco? ¿Vo no só Oscar el arkiteto?
— Ar-qui-tec-to.
— ¿Pero só o no só Oscar?
— Sí, soy. ¿Y voss?
— Y... miráme bien...
— Te miro : sos flaca, ojerosa, pálida, vestís de negro, tenés los pelos revueltos, olés mal, sos fulera... ¿quién sos? ¿Marilyn Manson?
— Ya vas a aprender a respetarme. Soy la Muerte soy. Y vengo a prevenirte.
— ¿No a llevarme?
— Sólo a avisarte.
— ¡Ah..! Entonces no me calienta.
— Ya te vá a calentá, chabón. Mañana te vengo a buscá.
Y dejando fétido aliento se perdió en una nube de azufre.
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— ¡Hola! ¡Hola! ¿Con el Contador? ¿Manuel? ¿Me escuchás? Soy Oscar el Arquitecto ché...
— ¡Hola! ¡Sí! Habláme Oscarcito. ¿Qué necesitás?
— Me vino a visitar la Muerte. ¡Quiero tener los papeles en orden porque dice que mañana vendrá a buscarme!
— ¡No le des bola! Decíme... ¿Vos estás aportando... tenés lo del Anses? ¿Debés algo de Ingresos Brutos? Traéme los recibos de la cuota de matrícula, seguro te la va a pedir.
— Y... pero estoy cagado de miedo, Manuel. ¡Me estuvo hablando la fulana! Es re-desagradable, dice que es la Muerte. Habla: ¿"Kéashé fiera?" ¡Y tiene un olor..!
— Bueno... serenáte Oscarcito. Veníte a casa que preparamos una carpeta con todo, así estás tranquilo. Te espero con un Mistela bien frío.
— ¡Qué tranquilo ni tranquilo !! Manuel, la mina sabe todo de mí. Parece la Afip. Hasta sabe de mi familia. ¡Me hinchó las pelotas todo el fin de semana! Y me cargó y todo... fijáte, me dijo que no me llevó porque yo estaba con familiares, ¿viste?
— Bueno, bueno. Veníte que algo vamos a inventar. Te espero.
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— Hola Manuel. (Con cara de asustado como boludo que perdió el vuelto).
— Pasá Oscarcito. ¿Sabés qué? Más allá de preparar una carpeta, a mi señora se le ocurrió una treta... ¡que te disfracés de mujer! Y mañana cuando la Muerte venga a buscarte... ¡Púmba!! ¡Sos la hermana de Oscar! ¿Me entendiste?
— Pero Manuuu... yo no doy para minaa, ¡dejáte de joder!
— ¡Qué no vas a dar Oscarcito! ¡Si hasta tenés esa trompita de depravada y todo! Vení, ponéte este batón de mi cuñada. Aquí te conseguí una peluca rubia y todo. Y este par de tacos... Probátelos, te van a ir. Vení que te pintamos los ojos. Pero primero afeitáte un poco. Acá te dejo el lápiz de labio.
— No me quiero afeitar. No me quiero pintar. Mirá si me ven los muchachos...
— Algunos ya lo saben. Dicen que te anduviste disfrazando en el Colegio de Arquitectos. ¿O no? No jodás Oscarcito y apuráte. Tomá agarrá esta cartera que era de Sandra, mi hija. ¿Sabés qué? Ya lo llamé al cura. ¿Sabés qué pasa Oscarcito? que éste es un caso para él. Por el título, digo... ¿viste? Y por lo que implica el más allá y la muerte misma, ¿sabés? Porque digo yo... estuve pensando... Sergio y Francisco son ingenieros, no pasa nada. A Eddie, el productor de seguros no podés decirle nada porque si sabe que la Parca anda rondando, ¡no te toma un seguro de vida ni muerto! A Tito y Carlitos como hombres de prensa ni le digamos, porque a ellos les conviene publicar en necrológicas... y bueno, es el laburo de ellos. ¡Qué le vas a hacer Oscarcito! Tomáte el Mistelita que está rico bien frío. A Ricardo ni hablar, es tan malo contando cuentos que va a querer contar en el velorio ¡y nos morimos todos!. A Jorge no podemos joderlo por una boludez, es funcionario, ché. Y Eduardo me parece que está de vacaciones. A Miguel... que ni se entere, te va a explicar que el tiempo y la muerte no existen... que es una transición... y va a escribir un cuento al pedo. A ver... caminá, caminá un poco... mové la cadera. Así... así... ¡ahí vaa Oscarciiito! ¡Sos una puta divina Oscarcito!
— Ché, Manu, lo de ver al cura es buena idea. Lo voy a llamar.
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— ¡Hola! ¿Padre Emilio? Soy yo, Oscar. Ya estoy vestido de mina. ¡De mi hermana, já! Pero me dice Manuel que Ud. tiene una salida mística, mágica o espiritual... no sé cómo decirlo.
— Pasá por acá Oscar que te doy un sobre para la Parca. Se lo das cerrado y que ella se arregle.
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Al día siguiente viene la Muerte en persona a buscar a Oscar.
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Oscar producido de "hermanita" de Oscar
— Disculpe señora Muerte, pero mi hermano no se encuentra. ¿Quiere pasar en otra oportunidad? ¿Quiere dejarle algo dicho? Casualmente mi hermano Oscar dejó este sobre para Ud., tome.
— ¡Tas linda Chabona! ¡Lindas tetas tenés ché! A ver... dáte una vueltita ! Humm..!
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Al final la Muerte se fué.
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A la semana siguiente Oscar ganó la Jugada de Reyes de la Lotería Nacional: cinco millones y medio de pesos.
Y firmó en EEUU el proyecto de la nueva planta de Ford para Argentina.
Repleto de felicidad, Oscar invitó a los amigos a Camboriú ¡y viva la joda! ¡Pumpararriba!
Y mientras el amigo Rubén sacaba fotos en el evento, Eduardo le preguntó a Norberto qué había adentro del sobre.
— Simplemente una letra S.
— ¿Una letra S ? ¿Y para qué carajo?
— ¡Shhh...! Me lo dijo el cura Emilio. Para convertir la Muerte en... ¡Suerte !
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