LA CIUDAD SIN CORNISAS cuento corto
Berceo Dana estaba viajando en el ferrocarril más antiguo del país, el viejo Ferrocarril Oeste, rebautizado Sarmiento desde marzo de 1949. Y aunque el Museo de Luján hacía rato que cobijaba a “La Porteña”, su primera locomotora, Berceo sintió que todavía ella tiraba de la hilera de vagones. Alguna vez habrán viajado por esta línea Amancio Alcorta, Florencio Molina Campos y Santiago Dabove, el amigo de Borges. Precisamente fue en un viaje desde Morón a Once, que Dabove escribió su magistral cuento “Tren”, en el que derrochó musa y maestría. (1) ¿Y cuántas veces habría mirado desde las ventanillas de algún vagón aburrido las cornisas de las casonas de Flores? ¿Cuántas veces habría bajado aquel otro personaje real o de ficción en la estación Paso del Rey para reencontrar a su primera novia, la de la calle Tronador cercana al Río Reconquista, de casa humilde con pilares rosados? (2) Berceo recordaba haber leído algo sobre el asunto.
¿Acaso él mismo no escudriñaba cada detalle buscando alguna novia en el cuadrado límite impuesto por la ventanilla, o algún amigo de antaño, algún fantasma olvidado?
Pero al llegar a Flores pudo ver que no había fantasmas en las cornisas de las casonas. Y los murales del andén lo sumergieron en un mundo de fantasía. (3)
Pero fantasmas no había. —¿Será por la hora?¿hay mucho sol y no se dejan ver? —se preguntó— ¿No deriva el término fantasma del griego φάντασμα: aparición,visión, ensueño, ilusión, apariencia, imagen inconciente, espectro, imagen de un objeto en el espíritu?
Berceo era hijo de vascos tamberos de Grand Bourg, ciudad partida por el Ferrocarril Belgrano de trocha angosta y máquinas Diesel. Otro mundo, otra infraestructura, ciudad nueva. Allí no había casas viejas. Todo era reciente. Es que hace cuarenta años eso eran campos, tambos, quintas, potreros.
Las casas de Grand Bourg no tienen cornisas, entonces no hay fantasmas —pensó— , porque no tener cornisas es como no tener historia.
Sin embargo Berceo, aunque "exiliado" en el Oeste, defendía en sus pensamientos a la ciudad que lo había visto cazar sapos, patear bostas de caballo y esquivar las de vaca por razones más que evidentes.
¿Cómo que mi Grand Bourg no tiene historia? —se dijo— Sí que la tiene, a veces mezclada con sus mitos y leyendas, pero la tiene. ¿Acaso los vecinos de Flores y los de Grand Bourg no son iguales?. ¡Qué no va a tener historia mi Grand Bourg! ¿Y las historias que a diario se escriben? Algunos todavía no habrán leído acerca del túnel olvidado que hay debajo de la Rotonda. Todo un misterio citadino. (4)
Se quedó pensando en que los guardas del Ferrocarril Oeste ya no pasaban como antes.
—Entonces fantasmas con uniforme de guardas recorren los vagones con una pinza de bronce cromado en la mano. No hay guardas, pero sí sus fantasmas. —se dijo.
Berceo retornó al vagón desde su viaje de fantasía, y por la ventanilla, cuando estaba llegando a Once, a la izquierda del tren, pudo ver la entrada de un túnel intrigante con una fecha inscripta en el arco de ladrillos a la vista: "1912".
Otras veces ya había pensado adónde llevaría ese túnel olvidado. Se le ocurrió que entrando en él podrían verse tantos fantasmas como nadie habría imaginado.
¿Saldrían de allí para pararse y flotar sobre las cornisas de las casonas de Flores?
"1912" estaba grabado en la “piedra de cierre”, en el centro del arco de medio punto... en el lugar donde los antiguos tallaban la imagen del dios Jano, el dios bifronte que mira al pasado y al futuro. El presente está debajo del arco.
¿Volverían los fantasmas desde el pasado o quedarían algunos debajo del arco, y sería ese el momento de poder verlos? ¿o pertenecerían al futuro o a un mundo de no tiempo?
El tren cambiaba de vías y Berceo Dana no cambiaba la trama de su meditación.
¿No era que arriba de las puertas de las murallas los antiguos grababan el nombre del dios protector de la ciudad? ¿Por qué desde hacía buen tiempo se dejaban sin imagen los centros de los arcos, los rosetones y firuletes de las casonas? ¿Por qué frontispicios mudos? (5)
—Está claro —se dijo Berceo— si nuestro enemigo aprendiese el nombre del dios que nos protege, podría ofrecerle un sacrificio que sedujera a la divina predilección y seríamos derrotados. Un dios rudimentario al fin, vulnerable como el hombre, presa de pasiones.
¿Será que sí hay fantasmas en las cornisas de Flores pero no podemos convocarlos al no saber sus nombres?
¿Y cuál será el nombre del Dios de Grand Bourg, la Ciudad sin Cornisas?
Si pudiese conocer ese Nombre... recordaría todas las historias, conocería todos los fantasmas.
El tren ya estaba en Once. El túnel de 1912 guardaría durante el día sus fantasmas para liberarlos a la noche.
Berceo Dana cruzó la calle Bartolomé Mitre y se sentó en un banco de Plaza Miserere.
¿Estarían allí como fantasmas los valientes soldados de Liniers vencidos en 1807? ¿Flotaría sobre el mausoleo marmóreo el fantasma contrariado de quien no quiso que sus restos descansasen en Argentina?
¿Estaban en esta plaza los fantasmas de los indios taínos traídos desde las huácaras de Santo Domingo por mujeres dominicanas?
Berceo sintió en ese momento su cuerpo alivianado, como con un mareo repentino. Algo lo suspendía en el aire por medio de su fantasía. Él mismo (su imaginación) era un fantasma sutil que podía flotar hasta Grand Bourg... sin sacar boleto.
Y cuando él aterrizó en la joven Ciudad Sin Cornisas... también lo hacía, y a los tumbos, un Piper PA11 color amarillo con matrícula LV... y no pudo ver bien las otras letras.

El aparato encaró la calle de campo levantando gran polvareda y se detuvo en un aterrizaje desprolijo.
El piloto no bajó del avioncito, se cayó. Y no paraba de vomitar.
—Soy diabético... soy Mendizábal... voy a al aeroclub de Don Torcuato. —dijo con un hilo de voz forrado de olor a vómito.
—¿Mendizábal... de... los quesos, señor? —preguntó un vecino.
—Sí. —contestó y quedó exhausto en su hipoglucemia.
Berceo Dana y otros pialaron el PA11 a un árbol de Beiró y Plumerillo porque venía tormenta.
A la mañana siguiente, ya recuperado, Don Mendizábal agradecía a los vecinos por la solidaridad y decolaba su pequeño avión.
Berceo ya sabía que ese piloto aparece por Grand Bourg de vez en cuando... como espectro difuso. Y nunca viene solo. Siempre lo acompañan los paracaidistas que cayeron con un bimotor militar en la Cancha del Ombú. Esa vez las únicas víctimas fueron una vaca y algunos terneros que pastaban allí. La panza del aéreo se convirtió en puré de papas.
Un día Berceo Dana se encontró allí en Grand Bourg con Lidia Bangert, a quien hacía años que no veía. Ella le refirió el caso del ahorcado del puente de las vías sobre el Arroyo Claro.
—Cada vez que paso por allí, veo al fantasma colgado, —dijo la rubia— recuerdo que era una mañana de invierno de esas con escarcha en el pasto. Sí, era pleno invierno del año 59 y mi papá nos llevaba al colegio. De pronto nos quedamos paralizados al ver a ese espectro que giraba lentamente colgado de la soga atada a un durmiente. Tenía el pelo marrón, bufanda amarilla y pantalones azules. Te juro que metía miedo el Ahorcado del Puente. Nunca más se supo sobre el pobre tipo —siguió diciendo— pero todavía veo a ese fantasma giratorio balancearse en la misma soga con su bufanda amarilla. (6)
Otro que suele venir en ese grupo de quiméricas visiones es el mocoso que antes del auge del aladelta hizo un aparato volador de tela y caño. Una vez cuando el remolque falló, se precipitó en los campos que dieron origen al Barrio Primaveral. En aquella oportunidad Berceo pudo ver a una mujer con un niño en brazos corriendo por entre los pastos, abrojos y abrepuños, gritando: —¡Se mató! ¡Se mató! —y lloraba a moco tendido.
—No grite más señora por favor— dijo el Ícaro caído— estoy vivo, no llore más. Me van a venir a buscar... dígales que no me muevan... que me dejen quieto un rato...
Berceo no quiso tocarlo, no podía tocarlo aunque quisiera, sabía que en ese momento él mismo era un fantasma.
Ese espectro aparece como intrépido aviador experimental, o durante las tormentas rema en su kayak, navegando por la avenida central de la Ciudad sin Cornisas.(7)
Berceo Dana recordaba haber visto un viejo avión Norecrin (8)en un baldío de la calle San Lorenzo. Cada tanto, en noches diáfanas de verano, el mismo piloto que había caído en el Primaveral con el engendro volante de trapo, volvía con fantasmas africanos que trajo de un vuelo al Sahara en ese mismo avión del baldío.

En su nueva condición de fantasma, Berceo Dana pudo ver también a dos que cayeron con un Cessna 152 en el Campo La Juanita, junto al arroyo Claro, pero parece que esos fantasmas siempre huyen dejando la nave capotada y llevándose misterioso cargamento... sin dejar rastros. ¿Qué traería el Cessna en ese vuelo? ¿Quiénes serían esos fantasmas? Nadie lo sabe, siempre están huyendo.
En ese momento el Fantasma Berceo Dana vió pasar al carrero del Corralón de Soto. Su carro era inconfundible. Tenía una rueda más grande que la otra. Un matungo parsimonioso mostró que los caballos también tienen sus fantasmas y que siguen repartiendo ladrillos y arena a los vecinos aunque los años hayan inventado los camiones.
Cuando Berceo iba por la Avenida Grand Bourg pudo ver un fantasma niño. Tenía pantalones cortos y un rollo de películas en las manos, gran rollo de lata con film de celuloide. Lo vió frente al Mercado de Piperno.
—Señor —dijo el niño— ¿No vió a un cura en una motoneta Siambretta? Tal vez haya pinchado una goma y se quedó por el camino... estoy esperando que me traiga los rollos que faltan. La gente está enojada zapateando y aplaudiendo. Ya les pasé dos veces el mismo episodio de “Tarzán” y los dibujos animados.
—No lo ví— dijo Berceo— (Es decir... no había visto a ningún fantasma cura en motoneta.)
Pero se quedó pensando en que ese niño, fantasma operador de cine en ciernes, porque le era cara conocida... (7)'
—Me parece que este es un fantasma recurrente: es el mismo del kayak, el mismo que se cayó en el Primaveral con ese trapo, y el mismo del avión del baldío... Más que recurrente es coincidente, porque cuando todos los fantasmas aparecen juntos... al darles la luz, hacen una sola sombra.
Una tarde Berceo se encontró con María Hernestina Piñeiro de Dubois en la esquina de "La Pinturería del Sol", en la Ciudad de Grand Bourg cargando unas latas de pintura.
—Son para pintar la antigua casa del Coronel Deimundo, en Lobos —dijo la señora a Berceo— Muchas veces Perón anduvo por allí de visita.—agregó.
—Me sorprende la coincidencia —dijo él— ¿ha visto Ud. la película "Perón" del director Leonardo Favio? Pues allí aparece el General como en una nube sobre Plaza de Mayo... esa plaza es una maqueta realizada por un artesano de aquí. Trabajo que está todavía en la ciudad arrumbado en un galpón.
— Su comentario me apasiona —dijo la señora.
— También hay una réplica del balcón de la Casa Rosada en escala 1:1 utilizada en la filmación de esa película. Y lo que quiero comentarle es que ambas maquetas fueron pintadas con pinturas de este negocio... como su casa de Lobos señora.
— Le agradezco su comentario Sr. Sabe que ahora están por filmar un cortometraje sobre Perón y se hará una toma aérea de la estancia. Quiero que la casa tenga sus colores originales.
Berceo Dana se acercó a María Herminia y le dijo por lo bajo: —Yo no sé si Ud. cree en fantasmas señora, pero en esta Ciudad yo he visto aparecer al General con su sonrisa y con las manos en alto refulgentes. Pero ésto se lo cuento a Ud. en confianza... o me creerán loco. Pero el fantasma del General anda por aquí, se lo aseguro.
Cuando Berceo Dana se dio cuenta de que su cuerpo estaba sentado en un banco de Plaza Miserere, pudo escuchar a unos predicadores que con megáfono aturdían invitando a todos a “adorarle” a Dios. —Muchos creen que expresarse usando “le” por “lo” es lo apropiado para sacralizar sus arengas —pensó.
—¿Y los locutores que pronuncian “companía” en lugar de “compañía”? ¿Y los que dicen “venticuatro” en lugar de “veinticuatro”?
¡Y yo me hago la ilusión de conocer el Nombre de Dios para convocarlo!
¡Si ya no conocemos bien ni las palabras más corrientes!
Al entrar en el hueco del subte Berceo Dana rastreó mentalmente la lista de dioses sumerios, egipcios, griegos, también la de los romanos, eslavos y germanos, los celtas y orientales...
¿Pero... cuál es el sonido prístino y único? —se preguntó— Solamente en la Kabbalah hay setenta y dos nombres diferentes... ¡Y yo busco uno! Estoy convencido de que las notas musicales no son siete, son sólo tres... y más aún, digo que es una sola. Este mundo es la diversidad salida de la Unidad. Si quisiese remontar el Árbol Sefirótico de los cabalistas y me pongo a considerar los esquemas de "El Arqueómetro" (9) el sonido prístino debería ser uno solo. Entonces, si quitásemos el Tiempo, y todas las notas sonaran en un sempiterno presente, en un "nano-instante", ese sería el Gran Nombre. (De encontrar ese Nombre, yo podría mencionarlo o aludirlo pero no me animaría a expresarlo y menos a pronunciarlo.)
Bueno, una ventaja tengo con llamarme Berceo Dana, que en vasco significa: "el otro existente", —se dijo— pues busco como hombre... y como fantasma, que es "mi otro".
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Bibliografía
(1) Santiago Dabove, "Tren", en "La muerte y su traje",Alcántara, Bs. As., 1961, págss 137 y 138.
(2) Alejandro Dolina, "Balada de la primera novia", en "Crónicas del Ángel Gris", Edic.Colihue, 2000
(3)Mural creado y pintado por el Maestro Carlos Terribili en el andén de Flores. Foto E.Resnik.
(4) Miguel Pizzio, "Erasmo, el topo del mástil", Punto Cero, Bs. As., 2007
(5) Plinio, libro 3º, cap.V, dice: "...cujus (Romæ) nomen alterum dicere arcanis cæremoniarum nefas habetur: optimaque, et salutari fide abolitum enunciavit Valerius Soranus, luitque mox poenas. Non alienus videtur inserere hoc loco exemplum religionis antiquæ ob hoc maxime silentium institutæ: namque Diva Angerona cui sacrificatur ad diem XII Calendas Januarii, ore obligato, obsignatoque simulachrum habet."
Servio, en la exposición del verso 281 del libro 1º de la Eneida de Virgilio: "Urbis enim illius verum nomen nemo vel in sacris enunciat: denuique tribunus plebis quidam, ut ait Varo, hoc nomen ausus enunciare, in crucem levatus est: quod nec Iginus quidem, quum de situ Urbis loqueretur, expressit."
Macrobio, cap. IX, libro III de los saturnales (y en la impresión de Aldo de 1528, ver pág. 175): "...propterea ipsi romani et deum, in cujus tutela urbs Roma est, et ipsius urbis latinum nomen ignotum esse voluerunt."
(Estudiosos pueden ver además la obra de Cayo Julius Solinus, y de Pompeyo Festo).
(6) Sra. Lidia Bangert de Frexas. (Apellidos de familias pioneras de la Ciudad de Grand Bourg).
(7) y (7)' Mario Salas, "Historia de Grand Bourg". Grupo Editor, Buenos Aires, 2007.
(8) Avión Nord 1203'Norécrin', motor SNECMA. Quedan dos en Argentina.
(9) Saint-Yves D'Alveydre, "El Arqueómetro", Luis Cárcamo editor, Madrid, 1997.
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