EL ESQUELETO DEL CALLEJÓN cuento corto

Dudo de que Ambrose Bierce* haya pisado Grand Bourg alguna vez. Sin embargo parece como si él se hubiese inspirado para escribir "El acompañante del muerto", en lo que sucedió en las esquinas de Batalla de Maipú y Nazca de la Ciudad de Grand Bourg.
Está claro que el lugar era campo cuando ésto pasó:
El Chango Morales y el Gringo Morandini salieron desde Muñiz en sus bicicletas con la idea de llegar a un loteo nuevo cerca del cruce de rutas 197 y 8. Si el lugar era bueno para vivir, comprarían allí un terreno para construir sus casas. Y algún día del 1953 llegaron a una planicie verde de tréboles atravesada por una doble hilera de paraísos añosos que dibujaban el callejón de entrada a la vieja estancia.
Un sendero apenas marcado por el paso de algún carro, hacía esquina con el callejón y se convertiría en lo que hoy es la calle Maipú.
Los amigos dieron un descanso a sus bicicletas y el Chango hizo un hoyo que obraría de tiraje al fuego para el asado y para calentar agua para unos mates.
Al cavar el pozo, tocó algo duro en la tierra negra.
Estaban a la sombra de un paraíso firme como centinela de la entrada al casco de la estancia.
Al final de la hilera de árboles vivían los Rodriguez, que con los años fundaron el primer supermercado del pueblito devenido en gran ciudad: el Mercado "El Cóndor", en la esquina de la Rotonda y la Av. Grand Bourg, enfrente de la iglesia.
El Chango sudaba al cavar y se restregó los ojos. ¡No podía creer lo que acababa de ver! Eso duro era una calavera... ¡humana!
Vértebras... un húmero, restos de tela de su vestimenta, la hebilla del cinturón con las iniciales RR ... y así todo un esqueleto se presentó ante los dos amigos.
¿A quién denunciar el hallazgo? Ni comisaría había en esta desolación.
Taparon todo con tierra y cambiaron de lugar para encender el fuego.
Y como a la hora se acercó al paso un carro tirado por un matungo chueco. A las riendas venía una vieja saparrastrosa. De tiro, atada con una soga, venía una vaca seguida por su ternerito mamón. Y a la sombra del carro un cusquito sarnoso se preocupaba por seguir el ritmo.
La vieja saludó con un gesto. Y un desfile desparejo de dientes hizo pensar en un parentezco con la calavera del hallazgo.
Pañuelo sucio atado y crenchas mugrientas.
La vieja tiró un cajón vacío al suelo y bajándose del carro entre rezongos, se sentó sin pedir permiso.
— ¿Cómo dijo que se llama, Don? —dijo la vieja.
— Yo no dije nada —contestó el Chango— pero a él le dicen "el Gringo" y yo soy "el Chango".
La vieja miraba correr el mate con deseo, entonces uno le llegó. En ese mismo momento los amigos empezaron a aborrecer la bombilla.
— No quiero más, gracias ché, ya estoy verde —dijo el Gringo .
Y mirando a la vieja agregó: — Ahí adonde está la tierra removida encontramos un esqueleto... ¿No sabe Ud. de quién puede ser? ¿No escuchó de la muerte de alguno?
La vieja, como si se hubiese sentado sobre una brasa, se despatarró a los tumbos hasta su carro. Se subió diciendo cosas incomprensibles, y sacudió las riendas del matungo echando a andar el carro seguido por vaca, ternero y perro.
— Ché Gringo —dijo el Chango— ¡la vieja hablaba con voz de varón!
— Sí. ¿Le viste los pantalones raídos? Son de hombre. Y el sombrero que se puso sobre el pañuelo también.
— ¡Qué vieja bruja! ¡Desinfectá la bombilla!
— ¿Vos creés en la reencarnación y en los resucitados?
— Y, mirá... yo no sé, pero me parece que la vieja mató al fulano... y le robó la pilcha!
— No sólo eso. Ella tiene una cicatriz grande en el cuello, ¿no se la viste? Para mí que se pelearon a muerte. ¡Y los dos murieron!
Pero ella como bruja reencarnó y robó su ropa... ¡y su espíritu! ¿No ves que habla como un varón?
— Se viste con la ropa de él, tiene un cuchillo con las iniciales RR en la vaina, iguales a las de la hebilla del cinturón del muerto.
— Bueno... en realidad no creo que haya reencarnado y robado la ropa, porque él ya es un esqueleto y la ropa todavía está en uso.
— Eso decís vos. Pero todo es posible. ¡Porque esa vieja es una bruja!

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* Ambrose Bierce (1842-1914?) en el "Diccionario del Diablo" define:
Religión: Hija del Temor y la Esperanza , que vive explicando a la Ignorancia la naturaleza de lo Incognoscible.
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