El arroyo Claro, el Río Luján y el Reconquista son una misma cuenca. —pensó Erasmo secándose la frente y alumbrando al fósil— Estos cursos de agua tienen el mismo origen geológico. En las arcillas azules suelen encontrarse gliptodontes, tigres dientes de sable, megaterios y mastodontes, como los que encontró Florentino Ameghino por 1890 en el nacimiento del río Reconquista. Por eso dijo José Ingenieros de Ameghino: "Su pupila supo ver en la noche, antes de que amaneciera para todos".
Erasmo estaba cansado y la falta de aire lo doblegaba. Por eso tenía estas ideas rondando su cabeza y se sentaba de cuando en cuando para tomar agua en la oscuridad.
—Seguramente que los vecinos del barrio como Adán Ingenthron, Reale, el viejo Piperno, Caia y Frexas que están pasando ahora por sobre mi existencia, no están enterados del Museo Amancio Alcorta y del Dique Roggero. Están allí en Moreno todos estos fósiles milenarios...Tan cerca de Grand Bourg... Y yo los ví, como a éste de aquí abajo. ¡Pero los que por arriba caminan no escuchan a un peón de albañil venido a topo, já!
Cuando llegué a Grand Bourg escuché que un vecino de la calle Chacabuco 903 encontró un fósil cavando el pozo negro. También éste es un "pozo negro", y la tosca se ve firme, tiene la impronta del pico que la trabajó.
Pero veo que ahora esto se está empinando... no es tan fácil orientarse aquí encerrado. Si la linterna se deslizara rodando por el suelo...señal de que voy en bajada.
Yo creo que ahora estaré por debajo de la capilla y este antro me va llevando hacia la Cancha del Ombú. (Lo mejor será mantener este trazado en secreto).
¡Esto sigue bajando y tuerce para el arroyo! ¡Si hasta me hace pensar en el Zanjón de Granados de la calle Defensa!
De pronto una luz dejó paralizado a Erasmo. Con el corazón saliéndosele del pecho apagó la linterna... y la luz que él había visto, también se apagó.
— Es un reflejo — pensó Erasmo tranquilizándose.
Y caminó con ansiedad linterna en mano.
En el piso del túnel una botella hecha trizas era una trampa peligrosa.
—Veamos... el pico tiene todavía el lacre. ¡Ésta es la botella verde y cuadrada que los vecinos me mandaron a enterrar! —dijo Erasmo con ojos desorbitados— Yo mismo la pedí en El Fortín y era de Ginebra Llave ¡y acá está rota! Por eso al entrar me pareció que la botella no estaba como yo la había puesto...
Erasmo estaba perplejo. Tendría que volver a mirar por sí mismo si el mensaje dejado en la botella por los vecinos es el original.
Con un resoplido vació sus pulmones y aspiró profundamente en un intento de acaparar la vida. Afuera, los que caminaban por la Rotonda no tenían ni idea de quién fuese Erasmo. El hermético peón de albañil ocultaba su pasado y su pertenencia a una Fraternidad dedicada al conocimiento.
— Aquí estoy —pensó— en el mundo inferior. Y a juzgar por el esqueleto que ví, todo ésto está dominado por la fatalidad.
Al final me parece que el infierno del Dante(2) es el resultado de una libre elección. Como la mía de meterme en este túnel hediondo.
Recuerdo que Georges Bernanos(3)reprochaba diciendo: —"¿Y qué habéis hecho del infierno? ¿Una prisión a perpetuidad? Si al fin el infierno es una falta de amor".
Y Jouhandeau(4) dijo aquello de : "Todo me faltaba al final: el aire, la luz, pero sobre todo me desesperaba la certeza de que estaba relegado a mí mismo para siempre, sin esperanza de salir ni recibir allí visita alguna... emparedado, cerrado herméticamente, envuelto de pies a cabeza en una funda sin costura".
Debe ser ese el infierno y angustia de quien se aísla— pensó Erasmo pasándose la venda de sus manos por la frente teñida de greda.
— Pero Jean-Paul Sartre escribió: " El infierno son los otros". —pensó— Y siguiendo con sus elucubraciones nuestro "topo del mástil" recordó las palabras de su Maestro de Logia: "Visita Interiora Terrae, Rectificando Invenies Occultum Lapidem", ésto es: VITRIOL.
Se preguntó a sí mismo si estaba angustiado, porque Martín Heidegger situaba al infierno en la angustia existencial. Pero reconoció que la ambición de un tesoro movía su afán de aventura.
Y cuando recordó a Jacob Boehme(5) se quedó perplejo por un instante..."No hay más que un solo Dios, tiene en sí mismo todo, cielo e infierno, bien y mal, luz y tinieblas, eternidad y tiempo, principio y fin."
Pensó Erasmo: —¿No es el mundo a la vez como un cielo y un infierno? ¿No serán el paraíso y el infierno dos aspectos contradictorios de una misma realidad humana? ¿No es Satán un Ángel? Yo como hombre ¿no soy un elegido y un condenado, bueno y malo?
Y así evocó a Milton:
The mind is its own place and in it self can
make a Heaven of Hell, a Hell of Heaven.(6)
El espíritu es su propia morada, en ella puede
hacer de los infiernos el cielo y del cielo un infierno.
— Después de todo —meditaba Erasmo— los teólogos no han podido explicar cómo un fuego que se dice material puede actuar en las almas inmateriales. Tanto terror que ha causado el infierno durante siglos no alcanzó para eliminar el mal.
Y cuando "el topo" repasó en su mente a Gurdjieff (7) ,su cabeza explotó:
1) El infierno es la afirmación excesiva de sí mismo.
2) El infierno es la negación total de sí.
3) La aceptación de la contradicción, es la conciliación.
A esta altura de la meditación Erasmo fué sacudido por una visión que lo paralizó : ¡Una luz ! Al fondo del túnel un resplandor alertó su sistema de defensa.
Aunque con ansiedad y no sin tropiezos se acercó jadeante al enigma...
Con su corazón palpitante descubrió un parcial secreto: el túnel daba a un aljibe calzado a la vieja usanza campera: con huesos de vaca.
Los helechos y musgos eran un impedimento para poder trepar hacia el aire puro. Además, una caída en el circular espejo de agua no era lo deseado.
Erasmo dejó la linterna y la cantimplora en el túnel y empezó a escalar ayudándose con una púa de hierro y su cuchillo. Cuando pudo asir los dos cabos que la roldana sostenía, todo fué más fácil.
En el brocal, tanta luz encegueció sus ojos.
Erasmo tenía razón, no estaba tan lejos del Arroyo Claro, había surgido en el tambo "El Pamperito".
Todo era quietud y la siesta una religión. Allá estaba el carro con las maderas agujereadas para poner los tachos de leche. El lugar de ordeñe era una nube de moscas... la pileta para enfriar con los tachos dados vuelta... tientos, aperos, arriador y monturas descansando sobre la cerca del corral...
Sigilosamente, sin despertar a los perros, Erasmo bajó de a poco por donde vino.
Ya metido en el túnel pensó en su fracaso:— No hay tesoro —se dijo.
— Ésto huele a muerte. Aparte del esqueleto... hay como un presagio de más muertes aquí...Casi que pienso en una profanación.
¿Y quién tendrá el mensaje original? Tengo que volver a la entrada y mirar bien la botella.
...........
Muchos años después de esta gesta subterránea nada sabemos de Erasmo "el topo del mástil", se lo ha tragado el tiempo...¿O el túnel, y ahora los esqueletos son dos?
Erasmo nunca volvió por el bar El Fortín ni por la Sociedad de Fomento de la calle San Lorenzo. Nunca más alguien lo vió.
Cuenta el historiador Mario Salas (8) en su Historia de Grand Bourg que un vecino surcó las calles inundadas en una piragua, y que la gente miraba sorprendida a ese remero bajo la lluvia.
Parece que la finalidad era rescatar del túnel inundado esa misteriosa botella de Ginebra Bols con el mensaje.
¿Quién tiene ahora esa botella?
¿Qué decía el mensaje original?
¿Es cierto que ese vecino remero plasmó años después los signos del mensaje en el escudo del Club Social y Polideportivo Grand Bourg?
Todo hace pensar que el "topo" y el "remero" pertenecían a una misma Logia.
¿Qué relación habrá entre el mensaje, la llegada del Banco Provincia a Grand Bourg y la publicación del libro de Salas?
Escuché decir por ahí a algunos viejos que la permuta secreta de mensajes tuvo que ver con el cambio de una localidad por otra como cabecera del Partido.
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a Rubén Valle y Alfonso Álvarez Tovar
in memoriam.
BIBLIOGRAFÍA
1) Platón, Apología de Sócrates, Planeta de Agostini, Madrid, 1995.
2) Dante Alighieri, Divina Comedia, Planeta S.A., Madrid, 1999.
3) Georges Bernanos, Journal d'un curé de campagne. Paris, 1936.
4) Marcel Jouhandeau, Algebre des valeurs morales,Gallimard, París, 1969.
5) Jacob Boehme, Mysterium Magnum, Éd.d'Aujourd' hui, París, 1978,
tomo l , pág.101.
6) Milton, Paradise Lost:a poem in twelve books,V 247, printed by S.Simmons, third edition, London,1678.
7) G. I. Gurdjieff, Récits de Belzébuth à son petits-fils, Éd. du Rocher, París,1983.
8) Mario Salas, Historia de Grand Bourg, Grupo Editor, Buenos Aires, 2007.
*Confer etiam: Georges Minois, Histoire des enfers, Artheme Fayard, París, 1991
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