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El comprador de fideos
(una vida en dos carillas)
Él recorrió los pasillos mirando las góndolas del supermercado. Como no mirando... por no cocinar para él solo.
Él intuyó que la cola más corta era esa. Como descubriendo un nuevo mundo.
Ella pasaba los paquetes de fideos por la lectora de barras. Como diciendo: —Ni siquiera te ví.
Él sacó dinero del bolsillo. Como sin pensar en otra cosa que en ese nuevo mundo.
Ella se tomó su tiempo. Como volviendo a decir: —Ni te veo.
Él esperaba el vuelto. Esperanzado en que el cielo se le abriera y un ángel bajara.
Ella le dijo: —Gracias. Y lo trató de 'Ud'. Como si los ángeles ese día no dejaran el cielo.
Él miró el vuelto. Como valorando que esos billetes venían del cielo.
Ella ya estaba atendiendo al siguiente de la cola. Como repitiendo: —Ni te miré.
Él planeaba volver y comprar más fideos. Como pensando que hay que dar oportunidad al cielo.
Ella desapareció por días. Como desdeñando mirar a los mortales.
Él volvió y compró más y más fideos: semolados, largos, verdes, para guiso, cintas, tagliatelle, redondos. Como para descubrir esos ojos.
Ella dijo: —Hola. Como ignorando a ese mortal comprador de fideos.
Él le dijo que notaba que ella se había teñido. Como para mostrar que los varones no somos de madera y valoramos los cambios. (Aunque sigamos comprando fideos).
Ella se acomodó el cabello. Como no mostrando que le gustó haberse hecho notar.
Él preguntó si ella tenía más éxito cambiando de look. Como diciendo: —Te queda genial.
Ella dijo que no lo sabía todavía. Como pensando: —Es cliente y nunca lo ví.
Él le miró las manos cuando ella facturaba. Como queriendo decir: —Te voy a ignorar...y no puedo.
Ella pensó en ese cliente toda tarde. Como pensando que no pensaba seguir pensando.
Él volvió a esa cola que lleva al cielo, con más fideos. Como queriendo que se cortara la luz, para hacer juntos la cuenta a mano y tardar varias horas.
Ella lo vió esta vez. Como pensando: —Me vine a sí nomás.
Él sintió mariposas en la panza. Como pensando cuál sería el nombre de ella.
Ella empezó a sentirse distendida y a gusto. Como si compartieran un café en Havanna.
Él pensó que había venido sin afeitarse. Como queriendo decir que hacía rato se conocían.
Ella sonrió y fue cordial. Como no dando señales... (los ángeles no las dan.)
Él preguntó cómo iba el ranking de admiradores. Como sabiendo que ella no sabía que él mismo ya era el Presidente del Club de Fans.
Ella, inteligente, sólo sonrió. Como para que él pensara que era el único.
Él dijo que volvería. Como buscando complicidad.
Ella era la que esperaba ahora. Como mostrando que no esperaba.
Él, desestabilizado como nunca, pensaba si a ella le gustarían el rock, las plantas, los pájaros y el Tía María. Como queriendo decir si coincidirían en los gustos.
Ella seguía en su cielo profesional. Como pensando: —Me place, pero no es para tanto.
Él pensaba en ella a cada minuto; en ella por ella misma. Como queriendo decir: —Te amo. Me importás por lo que sos.
Ella seguía siendo ella aunque todo le quitaran. Es decir, a él le gustaba mucho ella.
Él le dijo que escribía. Como pensando si ella leería lo que él creaba.
Ella ni se imaginaba este texto. Como queriendo decir que él era frío o de piedra...
Él, olvidando la técnica de la escritura, sentía feliz su corazón. Como para esperar con optimismo que ella bajara del cielo alguna vez.
Ella empezó a sentir que podrían ser carne y uña. Como pensando en la armonía y en la belleza.
Él volvió a comprar fideos para entregarle este texto. Como mostrando que ya no había más variedades: con huevo, sin huevo, de sémola, verdes, negros, largos, cortos, para sopa...
Ella era ahora la que se comportaba como de piedra. Como queriendo decir: — No me muero por leer lo que escribe, ¿a mí qué me importa que me escriba?
Él entonces sintió que sucumbía. Como reconociendo que ni siquiera conocía su nombre. (Pero sí todas las marcas de fideos).
Ella empezó a prestar atención a los días en que él venía. Como para combatir el tedio de la caja.
Él se limitaba a sonreírle y mirarla toda. Como pensando que él le llevaría a ella el desayuno a la cama todos los días de la vida.
Ella bajó sus pies desde el cielo y aceptó un café en Puerto Madero. Como diciendo que aceptaba porque no tenía otra cosa ese día.
Él preguntó qué le gustaba de él, si algo lo quería. Como para estar seguro y no sufrir tanto.
Ella dijo: —Sí. Como queriendo decir: — ¿A que no te acordás qué día es hoy?
Él le dijo que le gustaría que se quedara a la hora de la siesta. Como queriendo decir: —No labures más, dejá esos chinos.
Ella le dijo que estaría bueno comer un buen bife con huevo frito. Como pensando en unos mates más tarde.
Él le dijo:—Nos quedamos sin dentífrico. Como quien dice :—¡Cada día estás más fuerte!!
Ella dijo: —Comprálo vos que bien que te gusta la del kiosco. Como pidiéndole: —Quedáte un rato más conmigo.
Él le dijo: —No seas tonta, se me hace tarde. Como queriendo decir: —Te espero en el baño.
Ella dijo: —Está bien, vayamos juntos a hacer las compras. Como diciendo: —Yo también te amo y no podría vivir sin vos.
El otro día él le preguntó por qué lloraba. Como queriendo mostrar que él vivía por ella y pendiente de su corazón.
Ella le dijo que si no salían, se iría al cine con las amigas. Como queriendo decir: —Dame bola, que lo que realmente quiero es quedarme sentada arriba tuyo toda la noche y todas las noches porque estoy celosa.
Él le dijo que invitara a todas sus amigas a comer fideos con tuco. Como para que se notara que ella era la más entre todas.
Ella salió del baño con una sonrisa y traía en su mano un test de embarazo. Como queriendo decir que su panza encerraba un mensaje de eternidad.
Él intentaba reponer un vidrio de la ventana. Como pensando que ella desnuda y panzona era atrapante y bella como los pimpollos exuberantes de su jardín.
Ella terminó de cambiar pañales y se acurrucó al lado de él. Como esperando dormir un poco si los mellizos los dejaban.
Él le preguntó si no comería una pechuga de pollo con jamón y crema. Como queriendo decir que cocinaría, y arreglaría el botón del baño todos los días de la vida.
Ella dijo: —Yo quería hacer unos fideos caseros. Como para que él sintiera todo el cariño que ella necesitaba darle.
Él le dijo que muchas temporadas y "temporales" les había dado la vida. Como diciendo: —Ya estamos en primavera. ¡Qué grandes están los chicos!
Ella estaba radiante. Como para mostrarle a él que ella era la mejor amante.
¡De pronto sonó el teléfono !
Él atendió y le dijo a ella: —Es para vos. Queriendo decir: —Voy al super a comprar facturas para el mate.
Ella entonces gritó: — ¡Martín! ¿A que no sabés? Como queriendo decir: — ¡Vamos a ser abuelos otra vez!
_____________________________________®copyrigthmiguel pizzio
buenos aires, 25 de abril de 2009
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