EL BUSTO relato 
Cuando la cabecera del Partido de General Sarmiento era la Ciudad de San Miguel, fuí invitado a una reunión que presidiría el Sr. Intendente.
Llegué al Palacio Municipal llevando en brazos a mi pequeño hijo. Entramos por la puerta principal, que da a la calle Sarmiento. En el suelo las "lunas", viejas argollas de hierro, eran mudos testigos de otros tiempos y esperaban inútilmente que algún gaucho atara allí las riendas de su caballo.
Subí los escalones de mármol y allí, en el descanso de la escalera, el busto de un Sarmiento muy serio provocó el susto del pequeño, que se aferró a mi cuello con fuerza.
Como veníamos desde la calle con sol radiante, el busto del prócer nos parecía más grande y negro de lo que era.
Acaricié a mi niño soltando serenas palabras y lo abracé con cariño. Trataba yo de convencerlo de que mirara nuevamente al gran busto metálico de seriedad circunspecta.
Lo hizo como si mirase por una hendija.
Sin dejar de hablarle me acerqué al busto lentamente. Sentía las manitos aferrarse a mí.
— Ésta es una escultura que recuerda a Domingo Faustino Sarmiento, que fué maestro y presidente hace mucho tiempo. Al año de que él muriese en Paraguay , le pusieron de nombre "General Sarmiento" a esta municipalidad.
Tocálo, no te hace nada. (Dí un golpe con los nudillos demostrando que el busto era hueco).
Es de bronce —le dije— adentro no tiene nada. Tocálo.
Y acompañé con dulzura su manito para acariciar el bronce frío.
Mi niño se fué distendiendo y me preguntó: ---Papi, ¿qué es una cultura?
— Una "es-cul-tu-ra" —le dije— Es como una foto con forma, como un muñeco que se puede hacer de metal, de madera, de mármol o de otras cosas.
--- ¿Y el mármol qué es, Papi ?
— Es piedra.
Seguimos subiendo los escalones y llegamos al salón colmado de asistentes.
Nos envolvió el parloteo de todos.
— ¡Buen día Miguel! —escuché a mis espaldas.
Era el Dr. González Cazón trajeado como para casamiento.
Fuerte apretón de manos y formalidades del caso.
— ¡Hola! ¡Pequeño Secretario! ¿Cómo te llamás?
--- Arvid ---dijo mi hijo, que estaba parado mirando todo a su alrededor.
Cuando el Dr. le extendió su mano, lo mismo hizo Arvid.
— ¡Qué grande que estás! ¿Quién te peinó tan lindo?
--- Mi papá.
Y como Arvid miraba un cuadro inmenso colgado en la pared cabecera, el Dr. hizo un gesto de acompañar el hilo de la infantil mirada.
— Ése fué el Gran Maestro Sarmiento, ahí está pintado de pié, con su chaqueta, su bastón y su banda presidencial. ¿Sabías que se llama Sarmiento ?
— Sí, yo sé quién es Sarmiento. Mi papá me lo dijo. Pero ése del cuadro no es Sarmiento, ¡porque Sarmiento no tiene piernas y está afuera en la escalera!
____________Copyright®miguelpizzio__________________________Grand Bourg, Malvinas Argentinas