EL CIELO DEL VERDULERO cuento corto
Se murió Cacho el verdulero.
Y llegado que hubo a la balanza que pesa el Bien y el Mal, quería tocar todo lo que veía.
¡No! —dijo la voz de un ángel gordo.
Él quería ver por sí mismo la aguja de la balanza.
¡No! —le dijo un ángel alto.
Quiso entonces elegir lo que se le antojara...
¡No y no! Mirá Cacho, aquí estás en el pesaje previo al Cielo o al Infierno. ¿No te explicaron lo del dios Anubis y la balanza que pesa una pluma y todo eso? Este es el lugar del Juicio Final. Y de la misma forma que en tu verdulería allá en la Tierra, aquí no se puede tocar nada. ¿Te quedó claro? Aquí el que elige, toca y pesa soy yo. No se puede ver la aguja de la balanza (como en tu verdulería). Aquí, si yo quiero, peso de menos tus cosas buenas y peso de más tus pecados. Aquí no estás en tu verdulería que manejabas despóticamente... Estás en mis manos. Se te dió vuelta la torta. ¿Entendiste?
En ese momento llegó un angel chiquito, como un cadete, con una nota:
MEMORANDUM /
Poder Celestial a: Sector Pesaje Previo.
*Ese verdulero no le cobró a un jubilado una vez.
*Otra vez le dió verduras a una mamá con muchos hijos y poca plata.
*Alguna vez lo hemos visto cobrando a precio viejo a sus clientes.
*Han venido hasta el Cielo cerdos, conejos, gallinas, etc para agradecer los manjares enviados por nada.
*Muchas veces ese verdulero fió sin cobrar luego.
*Otras veces regaló frutas a los niños.
*Y varios Comedores Comunitarios pidieron la redención del verdulero, porque Jesús fue muchas veces allí a comer con los pobres.
Por lo tanto este Poder Celestial resuelve: 1) Promover al Sr. Verdulero y dar por cumplido el Pesaje Previo.
2) Convocar al Sr. Verdulero a desempeñarse en el Servicio de Poder Celestial, pensando en su idoneidad de años al servicio de sus vecinos.
3) Archívese.
firmado: Gran Arquitecto del Universo
¡De repente se corrió una cortina y apareció una verdulería espléndida!
Impecable, con luces dicróicas y espejos. Con música suave y perfume de sahumerios. ¡Con aire acondicionado y sillones mullidos!
Había cartelitos de precio en los anaqueles de la fruta. ¡Qué peras! ¡Qué bananas! ¡Y unas manzanas deliciosas!
¡Y apareció el Gran Arquitecto del Universo en persona!
El Sr. Verdulero... ¡mudo!
— Te quiero aquí conmigo. En el Pesaje Previo ya puse a un carnicero, que de balanza entiende bastante. Vos quedáte conmigo.
Uffffhh! —dijo el Sr. Verdulero— y dando un sobresalto se sentó en la cama.
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